El racismo, un virus peor que el COVID-19 y del que los católicos no están exentos, debe ser abordado para caminar juntos como Iglesia, dijo una hermana hondureña que es líder en el mundo afrocatólico y facilitadora en el Sínodo sobre Sinodalidad del Vaticano.
La hermana María Suyapa Cacho Álvarez, religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, dijo durante un panel celebrado el 8 de octubre en Roma que la « indiferencia » hacia el racismo y el sufrimiento que este conlleva y que afrontan los afrodescendientes no puede continuar, pues la Iglesia ya tiene una deuda con ellos.
La Iglesia tiene que dejar claro, dijo Cacho, que « quien excluye a una hermana o a un hermano excluye a Dios ».
Cacho participó en el coloquio junto con el padre Francisco Gerardo Hernández Rojas, delegado sinodal que trabaja con programas pastorales en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). El acto fue organizado por Amerindia, una red de obispos, teólogos laicos, comunicadores, religiosas y religiosos de América Latina y el Caribe comprometidos con la justicia social en la región.
Los paneles celebrados en el Centro Internazionale Sant’Alberto durante el Sínodo forman parte de los esfuerzos continuos del Observatorio Latinoamericano de la Sinodalidad para arrojar luz sobre las cuestiones que afectan a los marginados.
La respuesta de Cacho fue motivada por una pregunta del público formulada por la teóloga colombiana Consuelo Vélez, quien dijo que parecía como si la experiencia afrocatólica estuviera ausente de la reunión, incluso de los documentos sinodales.
Cacho dijo que, como facilitadora del Sínodo, su tarea es mantener a los grupos en el buen camino, y su papel es diferente al de un delegado, pero admite que se sintió « desconcertada » por la ausencia del tema en los debates.
El padre Hernández respondió que incluyó en su grupo sinodal la discusión sobre los afrocatólicos, así como sobre los grupos indígenas y la casa común; además cree que el papa Francisco tiene una gran preocupación por los afrodescendientes y que podría estar diseñando una « estrategia » para debatir más sobre el tema durante el Año Jubilar 2025.
A lo largo de los cuatro años del proceso sinodal, el Celam ha hecho un esfuerzo por hablar de la experiencia de los afrodescendientes, dijeron Cacho y Hernández, dado que la Iglesia en América Latina ha abordado concretamente durante décadas el racismo y sus males en conferencias que marcaron un hito, celebradas en Aparecida, Brasil. en 2007, y en Medellín, Colombia, en 1968. Los documentos resultantes de esas reuniones abordaron el rostro de los pobres, los marginados y los que viven en condiciones inhumanas en las que la identidad étnica de una persona se ha utilizado para la subordinación social.
Pero el mensaje tiene que pasar de las páginas de los documentos a la acción por parte de las conferencias episcopales, fluir a las diócesis y luego llegar al nivel parroquial, dijo la religiosa.
El Banco Mundial señala, en una publicación de 2023, que « uno de cada cuatro latinoamericanos se identifica como afrodescendiente », una cifra que suma más de 133 millones, y que « tienen 2.5 veces más probabilidades de vivir en condiciones de pobreza crónica », enfrentar desigualdades escolares, laborales y salariales.
Esa desigualdad se extiende a la Iglesia, afirmó Cacho.
En una entrevista realizada el 9 de octubre, la hermana declaró a Global Sisters Report (GSR) que ha visto a sacerdotes, seminaristas y otras personas de su etnia abandonar sus puestos en la Iglesia.
« ¿Por qué? Por la misma situación de racismo que existe en la vida religiosa » y en otros lugares de la Iglesia —sostuvo— donde a veces se asigna a las personas un valor social según el color de su piel o se las obliga a entrar en un sistema colonial que no valora los dones que aportan sus orígenes.
Al crecer en una comunidad garífuna de afrodescendientes en Honduras que se mezclaron en uniones [maritales] con grupos indígenas de América, Cacho dijo que solo se dio cuenta « de que era negra » cuando entró « en una comunidad religiosa [católica] », porque alguien se lo señaló. En la comunidad garífuna todos eran hermanos y hermanas sin distinción de color, indicó.
« [Dentro de la Iglesia, sin embargo] el racismo sigue persistiendo, como un sistema, de modo que si eres negro ‘no tienes capacidad’. En raras ocasiones eres líder o formas parte de un grupo como el consejo [parroquial] », explica y agrega: « Se te define. Te estereotipan. Tenemos que aceptar a una persona que es diferente ya que esa persona tiene el mismo valor que [los demás] porque todos tenemos la misma dignidad como hijos de Dios ».
Cacho también se ha enfrentado a retos relacionados con la forma en que otros la ven por el color de su piel, pero hay algo que la ha mantenido fuerte en la iglesia, dijo a GSR.
« Hay algo que me conecta con el Todopoderoso, con Dios, y con mis santos antepasados. Como si cada vez que me siento débil, hubiera algo dentro de mí que me recuerda que soy hija de Dios y que nadie, fuera de Dios, puede decirme que no pertenezco a este grupo », dijo. « Esto me ha sostenido toda mi vida y me ha fortalecido. Todo el sufrimiento, todas estas cosas que he vivido que están fuera de lugar me han fortalecido, como si dijera: ‘Ve un paso por delante’. Mi lema es no dar ni un paso atrás, ni siquiera para tomar impulso », añadió.
Pero esa no es la experiencia de todos, admite.
« ¿Quién va a proporcionar la sanación? Nosotros, los que estamos dentro de la propia Iglesia », dijo.
Hernández, del Celam, dijo que ha participado en un ministerio que trabaja con jóvenes afrodescendientes en lo relacionado con la casa común, la Tierra, y ha ayudado a abordar otros temas.
Cacho también dijo que encuentra esperanza en este esfuerzo, en el que ella también ha participado; sin embargo, siempre falta algo, porque [aunque] los líderes eclesiásticos escuchan el clamor de los que sufren, tiene que ocurrir algo más que escuchar, aseveró.
« Obispos, sacerdotes, misioneros de América Latina conocemos la realidad de estos pueblos, pero da la impresión de que falta una verdadera conciencia de que una Iglesia cada vez más sinodal, que se manifiesta desde nuestra identidad y vocación, puede caminar junto a los afrodescendientes, al estilo de un Jesús misericordioso », dijo.
« ¿Cómo ser Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa ante el drama del rechazo, la pobreza, el racismo, el etnocentrismo, la explotación, la opresión, la imposición, la exclusión, la indiferencia ante la diversidad cultural, el desprecio y la discriminación del otro por su raza, sexo, religión, capacidad intelectual, práctica espiritual, etc.? ¿Qué hacer frente a todos estos virus, peores que el COVID-19, que asfixian y amenazan la condición humana y la del pueblo afrodescendiente y otros pueblos? », se preguntó.
El padre Hernández dijo tener la « sospecha » de que el papa se pronunciará sobre el tema con un gesto, tal como lo ha hecho en el tema de los migrantes, para impulsar un camino de conversión hacia una Iglesia más inclusiva.
« El papa Francisco no es un hombre de palabras, sino de gestos, de símbolos, símbolos fuertes », manifestó.
Hay que abordar las situaciones que afectan a los afrocatólicos, dijo Cacho y añadió: « De lo contrario, llega un sínodo, se celebra otro, y seguiremos luchando porque cada uno quiere defender su espacio ».
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 24 de octubre de 2024.